La representación del primer "Portal de Belén" se atribuye a San Francisco de Asis, en 1223. Cuentan que "Francisco abrazaba -¡con tanta ternura y devoción!- las imágenes que representaban al niño Jesús, y balbuceaba lleno de piedad, como los niños, palabras tiernas. El nombre de Jesús era en sus labios dulce como la miel" (J. Ratzinger, actual Papa Benedicto XVI).
En Navidad se hace "visible el indefenso amor de Dios, su humildad y bondad, que se nos ofrece en medio de este mundo y con ello nos quiere enseñar un género nuevo de vida y de amor" (J. Ratzinger).